El ZhìNéng QìGōng, las garnachas, el reclusorio y China

El tiempo vuela, siempre lo he dicho y en esa ocasión no sería diferente. Habíamos llegado al miércoles 28 de junio y estábamos a punto de entrar por última vez, al menos para ese proyecto, al Reclusorio Varonil Oriente.

Quién iba a imaginar que en noviembre del año anterior Jesús y Rocío coincidirían en el mismo puesto de garnachas fuera del Plantel San Lorenzo Tezonco de la UACM. Durante la plática apareció un nombre que a los dos les resultaba conocido, Eduardo Osegueda. Así descubrieron que ambos eran practicantes de ZhìNéng QìGōng y habían cursado el primer método con el mismo instructor. En realidad la mayoría de los practicantes con más años de práctica estuvimos con él.

Rocío, con más años de experiencia que nosotros, había tenido más acercamiento con otros practicantes, quienes ya habían ido a China a certificarse. Fue ella junto con Abraham los que hicieron el protocolo para introducir el ZhìNéng QìGōng a un Centro de Readaptación Social, apoyado por el PESCER, Programa de Educación Superior en Centros de Reclusión de la UACM. El proyecto, aprobado comprendía un año, entre el curso y la práctica, de agosto 2016 a julio 2017.

Durante la plática con Jesús,  Rocío lo invitó a un maratón de ZhìNéng QìGōng que tendrían el último miércoles de noviembre 2016 en el reclusorio. Jesús le dijo que yo también era practicante y ella, aunque no me conocía, quedó de pedir un oficio con nuestros nombres para entrar. La práctica sería de las 11 de la mañana a las 6 de la tarde. Nos pareció una locura, ya que nosotros desde el principio practicábamos cuando mucho media hora. Quedamos entonces en llegar por la tarde.

Volver al reclusorio, ese lugar a donde me habían mandado diez años antes como castigo. Para mí, más que pagar una culpa había sido una buena experiencia. En esta nueva ocasión no era un castigo, sino un gusto y ganas de ver a un grupo de práctica de ZhìNéng QìGōng dentro de un espacio de reclusión.

En esa tarde fui de sorpresa en sorpresa: al frente del salón se encontraba un gran grupo de personas que supuse eran los instructores. No conocí a ninguno y me pareció que hacían cosas diferentes de las que habíamos aprendido en el único curso que tomamos años antes. Me preguntaba por qué hacían tantas repeticiones, por qué fusionaban con las manos en alto y no cerca del ombligo. Fue muy emocionante ver un salón lleno de internos que al final de la práctica se entregaron ellos mismos su constancia de participación del curso con una felicitación y un abrazo. Después me enteré de que algunos ni se hablaban fuera del aula.

A la salida del reclusorio tuvimos claro que lo primero que debíamos hacer era tomar de nuevo el curso. Eso lo logramos en enero (27 y 28), con Abraham, y fue como redescubrir esta gran herramienta creada por el maestro Pang, en China. Ahí conocimos muchos gongs que no nos habían enseñado y pude darme cuenta de que aunque no podía hacer sentadillas, era algo que no resultaba imposible. Años antes, en el primer curso, al llegar a esa parte, comprendí que era algo que no podía, ni quería,  ni haría nunca. Habíamos puesto una tabla en la casa con el diagrama que nos mandaron y ni con eso lograba hacer más de 4 repeticiones hasta que decidí que no lo volvería a intentar. Decían que con organizar  el campo y practicar el  Peng Qi Guan Ding Fa era suficiente. Eso era en realidad mi práctica; algunas veces fusionábamos pero nunca practicamos más de media hora. No acudimos a retiros, prácticas colectivas o grupos de práctica.

Después del curso con Abraham, retomamos la práctica y pudimos sentir cómo el campo vibraba con nosotros. Semanas más tarde me enteré de que el nombre de Jesús había salido en el oficio del PESCER para entrar al reclusorio, pero él no había ido ni una vez, así que pedí me incluyeran. Salió un oficio para mí y empezamos a asistir a las prácticas; aunque en algunas ocasiones a él no le permitían la entrada, generalmente por problemas con la vestimenta, yo pasaba sin él. Así empecé a asistir todos los martes y jueves. Uno de esos días conocí a Flavia y Pilar, y regresé encantada de la voz, presencia y forma de dirigir de Flavia. Ahí me enteré de la existencia de Gran Campo, y aunque no estuvieron Jaime y Federico le dije a Jesús que no se podía perder la práctica siguiente, porque ellos iban solamente una vez al mes. Conocimos también a Lourdes quien dirigía frecuentemente la práctica y nos parecía muy firme pero dulce en su labor, y a Alfonso quien volvió al Reclu después de su regreso de China.

Qué gran oportunidad, poder practicar con gente tan interesante, cada uno con un estilo propio lo cual hace que siempre se aprendan cosas nuevas. Las enseñanzas de los grandes maestros es una gran oportunidad de crecimiento.

A partir de la convivencia y práctica con Gran Campo se nos ocurrió tomar el curso de primer nivel con ellos, y eso hicimos el 12 y 13 de mayo. Después de eso, Lourdes anunció su retiro de 3 días. Como dije antes, nunca fuimos a ninguno de los que organiza Fuerza Integral, un poco por el precio y otro porque siempre se hacen en días hábiles. Nos gustó la idea de dormir en un convento. Estábamos pensando en el retiro cuando supimos que Lourdes daría primer método y al igual que habíamos sorprendido a Jaime de Gran Campo, se sorprendió Lourdes al decirle que queríamos asistir a  su curso. Tal vez les parecía una locura porque sabían que además de haber estado con Eduardo ya habíamos tomado uno con Abraham; pero no queríamos perder la oportunidad de conocer las diferentes formas de trasmitir el conocimiento de esta ciencia.

Tomamos el primer curso con Lourdes y para entonces ya habíamos dado un anticipo, así que era un hecho lo de nuestro primer retiro. Este fue en agosto y Abraham daría Wu Yuan Zhuang en septiembre y octubre. Le preguntamos si podíamos tomarlo sin tener el segundo método, dijo que sí. Lo curioso fue que Lourdes ofreció dar Xing Shen Zhuang justo una semana antes del retiro. Aunque sonaba muy loco, las cosas se iban ajustando y nosotros estábamos los fines de semana en algún curso, retiro o maratón.

Disfrutamos el retiro, conocimos a gente interesante, practicamos mucho y logré hacer 50 sentadillas. Las sentadillas, esas que yo había dicho que nunca haría, pero que después del curso con Abraham empecé a practicar aunque no llegaba hasta abajo. Fue en una práctica en el reclusorio cuando por primera vez llegué abajo; estaba orgullosísima de mi logro, hasta que vi un video que tomaron en uno de los maratones con Lourdes y  me descubrí con la cabeza agachada y el cuerpo inclinado al frente. A partir de ahí puse atención y en el retiro ya hacía 50 seguidas.

Tomamos el tercer método en septiembre y octubre como no tuvimos el año de práctica mínima que te piden entre un nivel y el otro, nos siguen fallando varias cosas, entre ellas el equilibrio (¿físico y mental?)

Como en este año loco de cursos y conocencias nos enteramos del viaje a China para practicar 24 días con los MAESTROS, en mayúsculas, esos que aprendieron directamente con el doctor Pang Ming, a mí que me encantan las aventuras se me metió en la cabeza ir a China. Lo decidí en la Sesshin de abril, cuando presentaron las fotos y contaron sus experiencias los que habían ido al viaje 2017.

Terminaron las prácticas en el reclusorio con el maratón del 28 de junio, y en lo que va del año hemos tomado tres cursos de primer nivel, uno de segundo y el tercero en dos partes: seis días, dos en septiembre y cuatro en octubre; además de que estuvimos en nuestro primer retiro, varios maratones y Sesshins. Acabamos de pasar tres noches en el retiro de la Ruta del Practicante organizado por Renata y el último Sesshin del año, 17 diciembre.

Ahora vivimos la emoción del viaje a Beijin 2018 y pienso que todo fue gracias a las garnachas y el reclusorio.

Los boletos ya están comprados, nada más faltan los permisos, la visa y el dinero.

GRACIAS a todos los que hicieron que el 2017 fuera un año especial: Rocío, Lourdes, Abraham, Flavia, Jaime, Pilar, Federico, Alfonso, Fátima,  Renata, Marina, Rosy, Graciela, Selene, Betty y los demás, que pasaron por ahí, incluyendo a los compañeros del reclusorio. A todos los llevo en mi corazón.

HYLT, HYLT, HYLT.

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